Por Vicente Machaca
Docente de Ciencias de la Computación en UTEC
La pandemia del covid-19 ha impulsado un avance tecnológico a nivel global, originando la irrupción de una serie de innovaciones como la denominada Web 3.0, una red capaz de interpretar e interconectar un mayor número de datos en el mundo virtual. Es decir, ya no necesitaremos sistemas operativos complejos o discos duros para almacenar información.
Con la Web 3.0, en lugar de que los clientes accedan a internet a través de servicios mediados por empresas como Google, Apple o Facebook, las personas son propietarias y regulan áreas de internet por sí mismas. Uno de los principales beneficios es que permite al usuario generar ingresos económicos mediante un nuevo sistema financiero sin necesidad de contar con un banco y posibilita la creación de tokens no fungibles (NTFs), los cuales permiten certificar la autenticidad de objetos digitales como fotos, videos, juegos, etc.
El sector financiero es el campo con mayor aplicabilidad. Pronto se abrirán nuevos como, por ejemplo, la posibilidad de comprar terrenos digitales. Esto puede llevarse a cabo dentro del metaverso lanzado por Facebook. Otro claro ejemplo es la venta de imágenes digitales, las cuales han generado grandes ingresos para los creadores de contenido. En este contexto, pronto será tan normal comprar algo digital como comprar algo físico.
Bajo esa premisa, la Web 3.0 se asocia con la tecnología blockchain, la cual permite llevar un registro seguro, descentralizado, sincronizado y distribuido de las operaciones digitales, sin la necesidad de terceros. Precisamente, el blockchain puede aportar muchos beneficios para todas las industrias; sin embargo, específicamente en el sector financiero ayuda a reducir el fraude virtual y se puede utilizar para optimizar los procesos de contabilidad y servicios bancarios. Por ejemplo, las criptomonedas también se apoyan en la tecnología blockchain. Este sistema posibilita la distribución de contenido digital de forma segura y transparente.
Es preciso mencionar que la adopción de las finanzas descentralizadas trae consigo ciertos desafíos. Es necesario sofisticar las estrategias de ciberseguridad para evitar fraudes, estafas y robos cibernéticos, pero, sobre todo, para salvaguardar la información. Recordemos que la vulneración de los sistemas de seguridad han provocado pérdidas monetarias a gran escala.