Celebración 500 ediciones

1359

Siempre hay motivos para celebrar. Despertar cada mañana y ver nuevamente la luz, la sonrisa de los hijos, escuchar el ladrido de los perros o revisar los mensajes en el WhatsApp, pueden ser razones poderosas para la celebración. Cada persona o grupo social elige el día, la hora, la piedra o lágrima de virgen de yeso para alborotarse y sonreír. Hay de los que tienen la increíble capacidad de mezclar lágrimas con risas, efecto teatral que asombrará al interlocutor que por el impacto emocional proclamará al rara avis como un outsider o, lo que es más alucinante, le denominará el elegido para gobernar, visión generada por la mezcla de licores y otras químicas inspiraciones.

Así es la celebración. Celebra lo que quieras y rebélate contra aquello que no crees justo. Si no te rebelas y sientes que en tus zapatos hay plomo, sospecha del espejo y la forma cómo te saluda tu hermano y tu perro. Es posible que seas un muerto en vida o estés sobreviviendo. O que eres parte de esos privilegiados que pasan de una dimensión a otra con una facilidad que ya quisiera Marty McFly. Eso sí, no rebelarte contra la injusticia, la chabacanería, la corrupción y la dictadura –y a aquellos que eligen a sospechosos candidatos – es posible que merezcas una reingeniería en tu vida.

La celebración exagerada, aquella que te provoca estirar hasta una semana y que te hace perder el equilibrio y no precisamente por el trago o el tiempo que pasas viendo televisión o jugando en tu PC, sino, cuando eliges aprovechar las botellas vacías para meterle licor por la cabeza rota a tu hermano, cuñado o a tu arcaico jefe, a quien no le puedes decir –mejor dicho, cuando estás en estado de cojudo, o sea, sin trago– la cara de saco largo que tiene cada vez que da la charla semanal y repite las disquisiciones que aprendió durante dos años en algún lugar de La Mancha y por el cual pagó más de 15 000 dólares. Es que cuando no hay criterio y actitud, te lo aseguro, por más estudio y libros, el burro seguirá sirviendo al amo que es la mediocridad.

También existe la celebración contenida, aquella que ocultas para que tu entorno no te mire mal y te meta cabe, porque has crecido creyendo que tu felicidad ofende, que tú alegría hace sentir mal a los demás o porque tu abuelita te dijo que no cuentes tus proyectos, que seas cauto al contar tus éxitos, que el mal del ojo –¡so cojudo, ponte tu pulsera de wayruro!– es real y milenario, que existe desde aquel momento en que aquel cavernícola miró con hambre a su compañero de cueva.

Publicidad

El primer número de Canal TI, salió a la luz un 20 de junio de 2005, desde entonces acompaña a la industria TI todos los lunes. Este 2016, próximos a cumplir once años, los cambios y evolución de un producto vienen acompañados de la consigna de estar aún más cerca de nuestros lectores.

Ten bien en claro que cuando hay hambre la celebración es una reverenda estupidez. El hambre no provoca celebraciones, el hambre es el motor de revoluciones. El hambre es capaz de sacarte ese espíritu emprendedor, es decir, te llenas de valor para vencer al divertido miedo y ofrecer al público un nuevo producto o servicio. El vencimiento del hambre sí es motivo de celebración. Celebra cada vez que generas un puesto de trabajo o haces algo innovador para tu entorno. Así estás generando oportunidades para los que tienen hambre y para aquellos que han elegido superarse cada día. Sin más vueltas, es mejor que te miren o hablen de ti que eres el tipo capaz de comerte el mundo y al que se puede confiar un proyecto o entregarle la presidencia del país, y que estás en la capacidad de meter la mano en el inodoro para limpiar la histórica cagada que venimos oliendo desde aquel día en que empezó la República.

No retrases la realización de tu sueño, porque tu vida podría convertirse en una lenta pesadilla, fuente de tu gordura, estreñimiento, ojeras y deseos obsesivos por desvelarte y dormir, cual gusano, hasta las ocho de la mañana. Si te postergas bajo la excusa de estar esperando el momento correcto, no disfrutarás la miel  –y, eh aquí, mi huachafería poética–, repito, la miel del éxito. Nunca celebrarás, y al no gozar de esta sensación que distingue al muerto en vida de aquel que vive creativamente todos sus días, te convertirás en fanático y te dedicarás a aplaudir a cualquier desorejado o candidato que no sabe leer y tiene doctorado.

Celebremos siempre. La celebración no tiene fechas, ni ley que la prohíba. En Media Comm hemos querido celebrar a nuestra manera la edición 500 de Canal TI. Es un hito para nosotros, es una meta que a partir de hoy día, quedará en el pasado porque elegimos vivir en el presente que es la mejor manera de construir el futuro.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor introduce tu comentario
Por favor introduce tus comentarios