El estado de emergencia en el que vive el mundo y del cual oficialmente el Perú saldrá este lunes 11 de mayo, nos ha mostrado miles de cosas que son posibles en cualquier tiempo y espacio. La decisión es clave y, por supuesto, el poder de inspirar que tenga el líder que asume poner en acción sus ideas.
Es posible, por ejemplo, invertir en salud, educación, infraestructura, ciencia y tecnología; implementar protocolos y restricciones; convocar a los expertos y científicos; movilizar la solidaridad de aquellos que están siempre en servicio, etc. Esta constatación ha destruido el falso y mezquino argumento de que la sostenibilidad define una inversión pública. Este tipo de política ha hecho que en toda nuestra historia republicana la salud y la educación pública hayan sido la última rueda del coche.
El covid-19 ha venido para revolucionar y destruir argumentos estúpidos de los advenedizos de la política. De aquellos que por ser gorditos simpáticos o millonarios aburridos en búsqueda de poder, que quiere más poder solo para saborear poder, para que les digan “doctor”.
Este estado de emergencia también nos muestra el lado tradicionalmente perverso del miserable que sigue en lo suyo: robando y actuando criminalmente. La naturaleza es así: después de la caza del león y mientras se alimenta, las hienas, buitres y chacales esperan por las sobras y la carroña.
La solución no está en rezar y rogar para que ellos cambien. No hay forma de que el cambio venga de afuera, mientras ellos no decidan realizar una profunda transformación en su vida. La solución está en conocer la naturaleza y la historia humana para poder tomar decisiones sólidas y que se cumplan para el éxito del objetivo.
En el Perú, donde las primeras medidas se aplaudían porque consideraban lo más elemental de cómo combatir al covid-19, al paso de los días se fue desnudando la fragilidad del compromiso de algunas regiones como Loreto, Piura, Lambayeque, Áncash y La Libertad. En Lima también hemos visto esa falta de seriedad con la tarea de derrotar al virus. Hoy, esas regiones están pasándola mal; principalmente, en Iquitos (mi ciudad) donde las calles son una fiesta con decorado fúnebre, un carnaval con mascarilla y virus mortal contagiando a los que se aglomeran.
En ese sentido, desde el primer momento escribí en las redes sociales que el gobierno adoptara medidas drásticas para afrontar esta guerra contra el covid-19. Al paso de los días, la constatación de que la indisciplina y falta de compromiso de miles de personas estaban desbordando cualquier bien intencionada disposición oficial.
Al presidente Vizcarra le faltó asesorarse con sociólogos y científicos del comportamiento humano, para según ese diagnóstico implementar las medidas de lucha. Lo quiso hacer desde su candidez, desde su desconocimiento de la historia del hombre. Y como el tiempo ha transcurrido y se necesita volver a mover poco a poco el aparato productivo, este lunes 11 de mayo empezarán a activarse algunos sectores (con ciertos protocolos que ojalá cumplan), para ir en cada mes activando los demás.
Espero, querido lector, que te hayas percatado (antes de saltar de alegría) de que el cuidado de tu salud (tu vida y la de tus seres queridos, amigos y compañeros de trabajo) dependerá de tu disciplina y compromiso. Necesitarás seguir estrictos protocolos y practicar el aislamiento inteligente. Ojalá que no te traiciones tú mismo.