Tecnología y la gestión en época de covid-19

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En la actualidad, tenemos más de 50 días de aislamiento social obligatorio y solo ciertos sectores están funcionando con restricciones establecidas por el gobierno (bancos, supermercados, mercados, entre otros). Se espera que hacia la tercera semana de mayo otros sectores empiecen a funcionar, sobre todo, en la modalidad delivery empleando herramientas como el e-commerce, es decir, con el uso de la tecnología en el sentido más amplio de la palabra.

Para ello, el volumen de ventas de equipos como laptops, impresoras o cámaras web, ha empezado a incrementarse en abril, luego de una caída representativa en marzo, pero sin llegar a ser lo presentado en el 2019. Pero el panorama sigue siendo gris (por decirlo de una manera optimista), considerando que el sector tiene otras líneas, como procesadores, memorias, discos, cases, accesorios, entre otros. Frente a ello, el presente artículo busca proponer algunas recomendaciones aplicadas al sector que tiene a diversos agentes (grupos de interés o stakeholders) en la cadena productiva tales como: marcas, mayoristas, canales, retail y usuarios finales.

Para un adecuado análisis existe la ISO 3100 (guía de versión 2018 y la NTP Peruana de Gestión de Riesgos que el Instituto Nacional de Calidad – Inacal ha liberado en su portal web) referida a gestión de riesgos, que son inherentes a toda actividad y en este caso al sector tecnología.

Años de cambio e implementación de acciones
Previo a la revisión de los pasos, es clave que las empresas empiecen a procesar mejor su información y establezcan mecanismos de cruce, con la finalidad de poder asegurar la continuidad de sus operaciones de cara a lo que se pueda venir el 2021 y 2022, que serán años de cambio, y, sobre todo, de implementación de acciones de compliance, prevención y auditoría.

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El primer paso se enfoca en conocer y establecer el contexto. Este contexto hace referencia al “conoce a tu cliente”, “conoce a tu proveedor” y “conoce a tus colaboradores”; es decir, a tener información interna y externa actualizada del giro del negocio, así como, que actividades y tareas vamos a realizar de cara a cumplir con los requerimientos covid-19.

Por ejemplo, los protocolos de recepción, carga, descarga y entrega (el área de logística se vuelve clave, lo mismo que el personal que ahí colabora). El trabajo remoto será fundamental y algunos paradigmas serán eliminados, en vista de que se buscaría trabajar sobre la base de objetivos y metas y no por tiempos en la oficina.

Con el alcance y contexto definido, debemos pasar a la evaluación de los riesgos. En esta etapa vamos a realizar la identificación, el análisis y la evaluación de los potenciales riesgos (considerando el apetito y la tolerancia al riesgo), pero si no tenemos información relevante (como manuales, procedimientos, flujo gramas, entre otros), lo que se originará es que la evaluación sea incompleta o lo que es peor, errónea.

¿Qué información se necesita?
Se necesitan los inventarios, el “aging”, el detalle de las cuentas por cobrar, por pagar, un flujo de caja donde se muestre lo real y tener claro que es momento de enfocarse en el negocio y no pensar en diversificaciones sino en integraciones verticales.
Una vez que tenemos los riesgos evaluados, lo que viene es elaborar el tratamiento de los riesgos, y nos referidos a los planes de acción que vamos a realizar. Desde refinanciar a los clientes, pasando por reprogramar deudas con bancos y marcas, hasta conversar con los colaboradores y entender que ellos son el motor de las empresas y que debemos asegurar su bienestar; claro, agregado a la búsqueda de la continuidad de las operaciones.

Estos planes de acción están siendo ya ejecutados por diversos agentes de sector y la puesta en marcha va a estar asociada con el tipo de riesgo, que puede ser: no tolerable, tolerable y aceptable. Luego de ello, debemos generar nuestra base de datos o registro de eventos de riesgos y acciones realizadas para poder monitorearlas y comunicarlas a la organización y a toda parte interesada clave. Este punto es vital porque de aquí obtendríamos información para dar tranquilidad a los terceros que pueden impactar en mi reputación como empresa y que la requieren (o es solicitada por su casa matriz o alguna aseguradora) porque para poder seguir operando no solo debemos pagar y cobrar, sino requerir líneas adicionales para atender el corto plazo y ahí tendremos que dar tranquilidad con acciones concretas y consistentes.

Finalmente, estos pasos que se deben seguir para tener no solo una adecuada gestión de riesgos, sino para asegurarnos que estamos analizando el estado actual de las operaciones y podemos así ser claros con los diversos grupos de interés.

Aplicar todo esto en las circunstancias actuales es fundamental porque nos permitirá tener no solo información relacionada a nuestros clientes, el inventario, los proveedores, elementos core del ciclo de negocio, sino que contribuye con entender la situación de nuestros colaboradores y gestionar mejor las facilidades crediticias con las que contamos o podemos contar.

¿Qué le espera al sector?
La tarea es reinventarse desde el punto de vista financiero, porque hay que reprogramar (Reactiva Perú, Fondo Crecer son alternativas), pero a la vez seguir el día a día; desde el punto de vista comercial, porque hay que asegurar la cobranza pero también la venta (“seguros en las carteras sería un opción, pero considerando que las primas pueden haberse incrementado”); desde el punto de vista empresarial, los protocolos deben ser claros y acordes para la industria y no solo semejantes con otro sector y, sobre todo, desde el punto de vista de los colaboradores, que la comunicación sea vital, esto porque el diálogo genera un valor que no puede ser llevado a la contabilidad, pero si nos asegura tranquilidad, sostenibilidad y gestión.

 

Por Edmundo Lizarzaburu Bolaños
PhD en Management y profesor investigador de la Universidad ESAN

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