Hace cuatro años empezamos esta aventura de crear una cultura de innovación en las empresas. Al inicio, hablar de esto, era muy complejo. No le puedes hablar a un gerente general de generar negocios sin hablar de números. Nos preguntaban sobre cuánto sería el retorno de inversión y, por concepto, la innovación no tiene fórmulas. No le podíamos hablar a un gerente de retorno de inversión, porque uno de los principios de la innovación es moverse en la incertidumbre, en una zona incómoda.
Empezamos a mostrar casos de empresas que innovaron, sin embargo, era una realidad ajena para ellos, no extrapolable a nuestra economía de la informalidad. Aun así, insistimos que la innovación no tiene mejores prácticas, no puedes repetir fórmulas porque la innovación se trata de manejar dos variables principales: personas y tecnología; y las personas no son siempre iguales, y la tecnología, ustedes lo saben muy bien, cambia de manera muy veloz.
Mientras que la metodología, el proceso de innovar, es un proceso similar en cualquier industria. Esta explicación generó un argumento clásico, una pregunta que siempre respondo con emoción. Nos preguntaban sobre nuestra experiencia en la industria, otro paradigma por resolver, porque, cada vez que puedo, cuando me preguntan sobre ello, respondo con el mismo entusiasmo: ninguna experiencia. Y con alegría digo: justo por esa razón debes contratarnos, estamos aislados de los paradigmas de tu industria y vamos a cuestionarte, seremos tus escépticos entusiastas favoritos.
Los primeros adoptadores representan el 2 % de un mercado. Ese era el espacio por donde empezábamos a movernos. Ser consultores de innovación en un país con barreras enormes para innovar es riesgoso, es atrevido y, por consecuencia, es también un gran reto y oportunidad.
«Mientras que la metodología, el proceso de innovar, es un proceso similar en cualquier industria. Esta explicación generó un argumento clásico, una pregunta que siempre respondo con emoción.»
Empezamos a mejorar nuestros argumentos, ya no hablábamos de desarrollar productos, y aunque nos apasiona y lo hacemos bien, eso se lo dejábamos a las agencias de publicidad que incorporaron también en su lenguaje la palabra innovación, y nos enfocamos en desarrollar la cultura de innovación y sus beneficios.
La cultura de innovación es un proceso largo, no podíamos decirles a los gerentes que inviertan en esto para ver su retorno en 5 años. Sin embargo, empezamos a reordenar nuestros argumentos para poder brindar valor. El objetivo es innovar, crear una gran oportunidad de negocio que pague el precio de toda la inversión con retornos exponenciales, pero, como dije, el retorno no es un lenguaje fácil de mostrar en procesos de innovación. Por eso, primero, nos enfocamos en subproductos: logramos que el índice de colaboración en tus empleados aumente en 20 %, esto tendrá como resultado que la productividad aumente, disminuyendo funciones duplicadas o reduciendo de manera impactante el tiempo de reuniones ineficientes.
También logramos que los colaboradores puedan resolver problemas de una manera más eficiente y efectiva, disminuyendo los costos de hacer las cosas, fallando pronto de manera económica, acotando las soluciones y permitiendo explotar la confianza creativa en ellos. Y, tercero, mientras generamos aprendizaje de todos los colaboradores, la empresa logra generar e implementar, durante el proceso, nuevas soluciones y oportunidades de negocios actuales y propios de la realidad de la organización.
Un cliente, luego de pagar una consultoría y acompañamiento, desarrolló 8 retos, de los cuales 4 retos se volvieron proyectos y 2 de ellos ya recuperaron toda la inversión realizada. Ya podíamos hablar de retorno, sin innovar. Lo mejor es que logramos que los colaboradores quisieran hacerlo, llevarlos a la acción. Lo llamamos método Queloco. Llevando locura por innovar.
La innovación es un proceso permanente, no se aprende solo con una charla, un artículo o con algunos entrenamientos. Es un proceso que empieza siendo consciente que es necesario, que se aprende con la práctica, y que se llega a la maestría cuando lo haces inconscientemente, como un hábito.
Innovar es transversal, lo empodera la gerencia general y lo lideran personas adjuntas a la gerencia, y necesita de aliados, principalmente de recursos humanos. El área de tecnología también es un aliado importante, pero la tecnología sola no es suficiente, necesita conectar con problemas de las personas para crear oportunidades.
Los beneficios de la innovación se verán en algunos años. Cuando empezamos este proceso hace 4, solo existían 5 empresas que tenían dentro de su estrategia incorporada la innovación.»
Luego de este tiempo, y con muchos aprendizajes, creemos que la innovación es un proceso de transformación constante que se desarrolla en el sentido contrario de lo que creemos, los paradigmas.
Consejos para la aventura de innovar
1.- Aprendan a vivir con la incertidumbre. Las fórmulas no existen en la innovación. Las buenas prácticas tampoco son útiles.
2.- Justifiquen la inversión con subproductos que los lleven a pequeñas victorias. Créanme, lo lograrán, confíen en el proceso, y en corto tiempo verán el ansiado retorno de la innovación, aunque no innoven, aún.
3.- Piensen que la innovación no tiene banderas ni áreas. Es un proceso que involucra a toda la empresa y se lidera por las personas, no por tecnología. La tecnología es una herramienta.
4.- La decisión es del gerente general. Si el líder de la organización no está convencido no se podrá empoderar la innovación.
5.- Hay muchas estrategias para iniciar la innovación. La que se elija necesita estar conectada a la cultura de la empresa y sus lentes estratégicos. Nosotros aplicamos el desarrollo de una Hoja de Ruta con una visión clara.
6.-Existen múltiples herramientas y metodologías que facilitan desarrollar la cultura de innovación. Todo tiene su momento y su aplicación. No tenemos que conocer todas, pero si tenemos que entender para qué sirven. Lo realmente impactante es cuando un colaborador cambia su forma de trabajar y adopta el pensamiento innovador. Esto se logra con práctica constante y en ese momento empieza la transformación.
Los beneficios de la innovación se verán en algunos años. Cuando empezamos este proceso hace 4, solo existían 5 empresas que tenían dentro de su estrategia incorporada la innovación. Entre ellas solo un banco. Hoy existen alrededor de 150 empresas que empezaron su proceso de transformación. Aún falta mucho por hacer y, lamentablemente, cada vez es menos probable que conteste con entusiasmo que no conocemos nada de una industria, porque ya llevamos trabajando con 15 industrias diferentes. Tendremos que replantear nuevamente nuestros paradigmas, volver a aprender e innovar, porque hoy, quién no se cuestiona, quien no se reinventa, quién no innova, lo aprenderá de la manera más difícil. Nosotros preferimos estar hoy, locos por innovar.