Boliche era un amigable can, negro azabache, que me acompañaba de niño por las calles del barrio. Para mí era un juguete, un compañero y un amigo con el cual me divertía durante los paseos al parque, lanzándole cosas o corriendo detrás de él o viceversa. Realizábamos una versión del tradicional juego “chapadas” con Boliche.
Hace poco confirmé con mi abuela que a ella le hacía sentir cierta seguridad que Boliche estuviera jugando conmigo en el parque. Lograba que elementos poco amigables se desalentaran de acercarse a mi zona de juegos. Para ella, y mis padres, Boliche tenía una responsabilidad compartida en mi seguridad. Era una especie de perro guardaespalda con afilados dientes y mal carácter con extraños. Y no se separaba de mí.
Hace poco el evento CES 2016 mostró, entre su extensas novedades, el dron Lily Camera, el cuál seguía a su dueño a través de un sistema GPS, manteniendo una distancia prudente y grabando sus actividades con una cámara de video. Aunque el video comercial de introducción muestra como primeros adoptadores a los amantes de los deportes (me hubiera encantado tener uno de esos para hacer memorables mis caídas en mi época skater), una de las primeras aplicaciones que vienen a mi mente es la seguridad.
Imagino a un dron vigilando todo el día a los niños, grabando el escenario lúdico, enviando alertas de comportamientos riesgosos de ellos o del entorno. Imagino un dron jugando con los niños, jugando a los “chapadrons”. Imagino una versión tecnológica de Boliche; le incorporaría una apariencia amigable, tal vez canina alada o dragoniana, con una batería de larga duración como la que presentó Huawei para los smartphones, con un sistema de autoaprendizaje tal cual lo desarrolló Cognitoys con IBM, con algoritmos de seguridad para detectar situaciones sospechosas, y con características seguras como el dron Fleye, con recubrimiento de las hélices, es decir, a prueba de niños.
El niño usaría un wearable (vestible) divertido en su brazo, con apariencia de ser un brazalete de poder, el cual transmitirá su ubicación, grabaría los sonidos alrededor de él, se sincronizaría con diferentes aplicaciones de diversión y seguridad. Incluso podría combinarse con otros accesorios de vestimenta.
Todo esto pasa por mi mente en segundos y lo veo posible. Lo veo fabuloso para la sociedad y lo veo negocio.
Lo curioso es que esta idea no es reciente. Varios años atrás visité una feria donde observaba una tendencia en los juguetes tradicionales; observaba su convivencia y convergencia con la tecnología. En ese entonces los apps de realidad aumentada empezaban a despegar. Aun no tenías al hongo de Mario Bros intentando quitarte la vida en tu escritorio, pero ya le disparabas a zombies que aparecían en la mira de tu “blaster-celular”.
Los drones comercialmente aun eran solo un juguete, pero sería el inicio de su establecimiento en ferias de tecnología como el CES. Hoy, los drones, pueden salvar vidas, servir para mensajería, realizar actualizaciones cartográficas y muchísimas aplicaciones adicionales que resultarán de observar tendencias; las tendencias tecnológicas y las tendencias de la sociedad.
Analicemos un poco, solo un poco. La sociedad hoy vive una apresurada vida donde el recurso tiempo adquiere mayor valor, entonces, ¿qué instrumentos lograrían utilizar de mejor forma el recurso tiempo? Pensemos que todo es posible, por ejemplo, pensemos en la omnipresencia, es decir, sería fabuloso estar en dos lugares al mismo tiempo, estar en la oficina y estar con nuestros hijos; sería fabuloso usar la teletransportación para llegar más rápido a cualquier lugar; sería fabuloso tener una versión animada nuestra en un holograma o en un robot, donde podamos interactuar, incluso sentir, un ambiente de trabajo a distancia. ¿Todo esto es posible?
Los drones hoy nos permite accesibilidad. Y la accesibilidad nos ofrece un largo número de aplicaciones. Por ejemplo, podemos enviar un flotador salvavidas en segundos, donde una persona entrenada que no sea Aquaman o algún personaje de Baywatch, no lo lograría en ese tiempo; podemos enviar un equipo de resucitación, que normalmente lo carga una ambulancia que aún no puede pasar por encima de los malos conductores en Lima, y podría llegar a un hogar en minutos, con instrucciones precisas con video en línea y salvar vidas, mientras llegan los paramédicos.
Para un padre de familia, la accesibilidad de un dron son los ojos de Sauron del libro El señor de los anillos, ojos que todo lo ven. Esos ojos que un padre necesita para la seguridad de sus niños; probablemente mejor que el servicio de Boliche.
Para soñar con el producto o servicio “Boliche”, mi mente fusionó la tecnología dron, los productos existentes, las tendencias tecnológicas complementarias y las necesidades de la sociedad. Boliche podría resultar en una innovación.
En una conferencia el año pasado, invitados por la empresa Intcomex, hablamos de algunos componentes de la innovación, entre ellas, hablamos que uno de los enfoques para lograr negocios innovadores se encontraba en visualizar las tendencias. Estas tendencias que hoy son observables, son las que debemos aprovechar para innovar en la propuesta de valor a la sociedad y hacer negocios como consecuencia de ese valor.
¿Cómo saber que lo que observamos es una tendencia?
En el año 1993 hubo un anuncio de la empresa Radio Shack donde ofrecía en una página novedades que todos queríamos comprar. Si comprabas todo, se estimaba un gasto de USD$ 3000, con los descuentos atractivos que nos tiene acostumbrados tiendas como esta. El paquete incluía una computadora, una cámara de fotos, una cámara de video, un reproductor de video, unos parlantes, un teléfono, un reproductor de música, una calculadora, entre otras cosas. Hoy todo esto te lo regalan al adquirir un plan pospago de telefonía, y cabe en un solo aparato dentro de tu bolsillo. ¿En qué momento sucedió esto?
Diez años atrás, en Canal TI, en una columna como esta, mencionaba la convergencia tecnológica y de telecomunicaciones como una realidad cercana. Las computadoras en tu bolsillo. Esto implicaba que los distribuidores de “cómputo” empezaran a vender celulares. Algunas personas consideraron imprudente mencionar algo así. Sin embargo, los celulares ya empezaban a tener más funciones que solo hablar, tenían un sistema operativo básico, y la mensajería por aplicaciones empezaba a aparecer. Era la época del BlackBerry, Sony Ericsson y Motorola con su famoso HelloMoto. En ese entonces era una tendencia observable. Poco después apareció el iPhone y los smartphone tomaron otra dimensión.
Hoy, las tendencias son otras como la realidad virtual, la impresión 3D, los “vestibles”, el internet de las cosas, la nube, la inteligencia artificial, los drones, los robots, el big data, entre muchas otras tendencias observables que nos abren las posibilidades del mundo.
Este CES representa desde mi opinión personal, el inicio de un gran cambio en los negocios. La sociedad está cambiando y la tecnología se adapta a ello. Este CES nos muestra el inicio del superhombre, con telepatía, con superfuerza, con accesibilidad, con visión aumentada, y muchos poderes a través de la tecnología.
Este CES apertura las posibilidades a los emprendedores, las start-up, al intraemprendimiento y sus prototipos; y nos permitió ver que las categorías se siguen ampliando, donde la tecnología ya no es la novedad, sino es como resolvemos nuestras necesidades con tecnología. Por ello, la atención ya no está en la última computadora, ya no es una feria de “cómputo”. Es que hoy las computadoras están en todo. En los relojes, en los zapatos, en las correas, en los autos, en los juguetes, en los lentes, en todo.
Ginni Rometti, CEO de IBM, habló en el CES de la utilidad de la Inteligencia Artificial. IBM no fabrica ningún aparato de electrónica y habló en el CES. Ginni mencionó las alianzas con Under Armour para ser coach de vida sana, con Medtronic y su predictibilidad de episodios de diabetes o Whirlpool y tu chef en casa.
Ginni habla de un nuevo presente: ¿Cómo aprovecharemos está gran ola de tendencias?
Probablemente en la edición 2000 de Canal TI la revista llegue en forma de pastillas, y visualizaremos toda la información en nuestras mentes, y Boliche volverá para conversar conmigo; mientras llega ese momento, aprovechemos las tendencias que nos muestran hoy esta revista en su 500 aniversario.