Encuentra belleza en aquello que haces

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¿Eres consciente del disfrute de tu trabajo o sientes que te agobia, te estresa y solo sientes satisfacción al momento de cobrar tus honorarios?

Mi pregunta, querido amigo o amiga, no es para decirte que te falta compromiso con lo que haces o que estás supercomprometido con tu trabajo, y que mereces premios y aplausos. Te pregunto porque quiero invitarte a reflexionar cómo te estás sintiendo frente a las cosas que haces con frecuencia: ya sea en el trabajo, en tu casa, con tus amigos y tu relación de pareja. En fin, cualquier cosa que hagas y que se ha convertido en parte de tu vida.

Tú ya sabes que la emoción e incertidumbre de todo comienzo hace que nos convirtamos en la evidencia de la frase “escoba nueva barre bien”. Nuestra emoción y sorpresa se conecta maravillosamente con lo nuevo y a partir de ahí somos capaces de hacer espectacularidades. En otra columna hablé sobre los estados de euforia y que cuando sientes que el corazón se te va a salir de alegría o que sientes que te hundes a una velocidad impresionante, es mejor no prometer nada. Lo recomendable es el silencio para no prometer lo que después no podrás cumplir.

Si te encuentras en la etapa sublime del principio de algo, disfrútalo al máximo y comprométete con ese proyecto y conviértelo en realidad, en una evidencia de tu actitud y decisión. El éxito de tu proyecto -un nuevo trabajo, emprendimiento, estudio, relación de pareja, etc.- depende de ese Big Bang (la gran explosión) que se produzca en ti y que se expandirá hacia donde quieres impactar. Encuentra la belleza y el disfrute en aquello que haces y así ya no te cuestionarás si es grande o chico, no minimizarás ni sobredimensionarás tu acción, simplemente, verás belleza.

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La experiencia te enseñará que el Big Bang es el principio y que luego viene el proceso de sostener esa luz inicial en todo lo que hagas. Es caminar con la llama encendida frente a cualquier circunstancia que quiera apagarte. Ojo, el éxito puede convertirse en una circunstancia adversa según la forma cómo lo manejes. En ese sentido, algunos eligen no disfrutar del éxito, porque temen la caída. Esta manera de ver es frustrante y lleva a que la luz se apague, porque no hay disfrute ni celebración. Han escuchado tanto la frase “cuánto más alto, más dura la caída” que han decidido protegerse y quedarse quietos y no seguir creciendo. Duermen.

El miedo a la caída los vuelve monótonos, invisibles, seres anodinos y sin capacidad de disfrute. Principalmente, porque se han alejado de las cosas que les divierten, de las personas que quieren, del arte y del deporte que les apasiona; se han alejado de su niño interior y han perdido la capacidad de asombro.

La poderosa decisión de encontrar belleza en lo que haces hará que tu creatividad se active, hará que tu luz vuelva a brillar en el caso de que ya se estuviera apagando. Esta decisión se sostiene en la disciplina, porque si todo aquello que haces no tiene a la disciplina como plataforma, solo será un chispazo de emoción y desparecerá tan rápido como vino.

¡Abrazos amazónicos, queridos amigos!

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