Cuando quieres que las cosas sean gratis para ti

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Cuando quieres que las cosas sean gratis, en realidad, estás enviando un mensaje de que te mereces todo, que las cosas necesitan ser como tú ves la vida, independientemente, de que lo merezcas o no. Quieres gratis porque no valoras el esfuerzo, la creatividad, el estudio, la experiencia, la experimentación y el tiempo de las personas que producen el producto o servicio que tú deseas.

Cuando esperas que las cosas lleguen a ti como por arte de magia, es posible que no tengas nada, que siempre estés soñando “grandes ideas” pero que no concretas porque te sientes merecedor del halago sin haber hecho nada positivo.

Es posible que la forma cómo estás viviendo te esté dando resultados positivos solo para ti. Tienes éxitos, familia, amigos y disfrutas de lo que te ofrecen las oportunidades. Es decir, tu forma de ser te está dando resultados, y sientes que no tienes necesidad de hacer algo diferente porque no tendría sentido modificar “lo que está funcionando” para ti, aunque perjudique a los demás, incluso a tu familia.

Te recomiendo que le des una mirada distinta, disruptiva y tal vez crítica de tus maneras de ser, de la forma cómo te relacionas con las personas: tus hijos, pareja, empleados, amigos y socios de negocios. Y también cómo te relacionas con el ser más importante de tu vida: tú. De repente esa persona que querías ser se ha perdido en algún lugar del camino, pues no estás siendo lo que ansiabas, cuando querías construir un mundo nuevo y justo. Tal vez, el dinero y el poder te han cambiado.

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Pregúntate cómo estás compartiendo la riqueza que genera tu empresa. Si tu colaborador está feliz, si se siente a gusto de trabajar en tu empresa, que quiere disfrutar junto a ti de unos 30 minutos de conversación para que lo inspires, y le hagas saber que él o ella son muy importantes. O, de repente, en tu observación notarás que nadie te quiere, que nadie te respeta, que, al contrario, quieren estar lejos de ti, porque no hay nada en ti que los inspire. Notaras que solo te dicen buenos días, porque eres el jefe o el dueño de la empresa.
Pregúntate si es que tus colaboradores están en tu empresa solo porque necesitan del trabajo, pero que por ti no harían nada especial, porque no los estás inspirando, no les generas confianza, y posiblemente, desconfían de ti porque eres el tipo de jefe “que se la lleva todo”: el poncho y la guitarra, aunque publiques frases inspiradoras, religiosas, y aquellas que hablan de construir un mundo justo.

Pregúntate si con el sueldo que les pagas pueden solventar sus gastos personales. Si es que tienen deseos de seguir estudiando y que esperan una oportunidad para ascender o practicar el deporte o arte que les apasiona.

Los ejercicios de observación y la actitud de cuestionar todo, para evaluar los hechos, el proyecto, el negocio, etc., ayudan a que estés consciente de manera constante. La práctica te hará reflexionar y notar en el acto si estás siendo justo o injusto en tu forma de relacionarte con los demás.

No confíes en tu verdad, eso no existe. Existen puntos de vista, maneras de observar la vida. No te creas más porque sabes más, porque tienes más. No, no asumas que eres mejor o peor que los demás. Solo observa y rediséñate. Busca operar cambios en tu forma de ser y cuando notes que las personas se te acercan para disfrutar de tu compañía, que se ríen abiertamente a tu lado, entonces, notarás que estás cambiando, que tú eres el que necesita cambiar para que el mundo sea diferente.

Recién, entonces, entenderás que no hay nada gratis en el mundo. Todo tiene un valor y depende de quien ofrece y quien compra. La capacidad de soñar no tiene precio, pero tampoco es gratis. Exige disciplina, esfuerzo y dedicación para que el sueño se convierta en realidad. Acepta también que hay sueños que se quedan en ese nivel, porque ese es su lugar. La realidad es constante y pide que concretes lo que quieres hacer.

¡Valora el trabajo de los demás!

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