“Yo no le creo a usted, señor Rojas”

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De La República me despidieron en octubre de 1992, más o menos así: “Wilder, ve a descansar, toma unos días de vacaciones; te llamaremos una vez que hayamos ordenado esto, pues, los productos del canje están desapareciendo del almacén…”

Y me fui con la certeza de que rápidamente me volverían a llamar para relanzar un renovado Cursor y los otros productos editoriales. Esa llamada no llegó y recién en marzo de 1993 volví a trabajar, esta vez en el diario Expreso que era dirigido por Manuel de D’Ornellas y tenía al extraordinario Mario Miglio como vicepresidente del directorio. Y en esos días empezaba Ismael Benavides como uno de los funcionarios de Editora Nacional, la empresa que publicaba Expreso y Extra.

Cuando en La República se enteraron de que estaba negociando con Expreso, empezaron a decir que yo era un traidor. En realidad, no lo decían mis compañeros periodistas, si no, los principales ejecutivos. Luego descubriría, sin mucho esfuerzo, quién era el que estaba llevando a La República la información de mis tratos con Expreso.

Nos tomamos 3 días para ponernos de acuerdo. Y en este breve tiempo descubrí que mi trabajo estaba siendo observado desde otras empresas, que era valorado, mientras que en La República me sentía desvalorizado, mejor dicho, yo no me daba cuenta de mi valor, ni exigía lo que me merecía.

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Mi primera entrevista en Expreso fue con un ejecutivo que me dijo, más o menos así: “veamos, señor Rojas, qué experiencia tiene usted, cuál es su nivel, porque comprenderá que no podemos darle nuestras páginas a cualquier persona…”

Respondí que entendía la preocupación e inmediatamente le puse sobre la mesa una carpeta con un ejemplar de cada uno de los suplementos que había editado en La República y que habían sido éxitos editoriales y comerciales.

El joven ejecutivo revisó los suplementos y a los 30 segundos se levantó, me miró sorprendido y me dijo: ¡Wilder Rojas!

-Así es

-Espéreme un momento.

Regresó después de 10 minutos con Manuel Ulloa Van Peborgh, hijo del exministro de Fernando Belaúnde, Manuel Ulloa Elías. Con Manuel también vino el exministro Ismael Benavides y Mario Miglio. Me pidieron que los esperara para ir a almorzar y conversar con más tranquilidad.

Ese día la pasé en el diario Expreso y en la oficina de Carlos Ganoza Buezo de Manzanedo, en ese momento gerente comercial de Expreso. Con los directivos del diario acordamos en terminar la negociación al día siguiente. Regresé a mi casa con mucha alegría y desconcertado a la vez por el tipo de atención recibida durante el día.

A las 20:00 h recibí la llamada del gerente general de Expreso. Yo le contesté muy alegre y él me dijo de manera directa:

-Señor Rojas, yo no le creo que usted ya no esté trabajando en La República. ¿Por qué nos está mintiendo?

-¿Disculpe?

-Así es, señor Rojas, no le creo y pienso que usted algo está tramando contra Expreso.

(continuará)

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