El espíritu de los que hacen negocios en el Perú

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En todo negocio el objetivo es que los participantes salgan ganando. Si alguien sale perdedor, la transacción no ha sido un negocio, ha sido una venta a como dé lugar. Es decir, te vendo lo que tengo o produzco, sin importar si lo necesitas o no, si será útil o no en tu empresa.

El vendedor “vivazo” desaparecerá siempre y cuando las empresas sean dirigidas por personas con voluntad de crear una nueva sociedad. De entregar valor en cada cosa que realicen, sin pisotear al cliente y tampoco perdiendo en las transacciones que realice. No necesitamos ejecutivos “buena gente” que no sepan negociar, al contrario, necesitamos personas con capacidad de identificar oportunidades, de ver los detalles que otros no ven, de generar nuevas y positivas relaciones. Es el tiempo de la especialización, de convertirse en experto en algo, porque afuera hay demanda por los que más saben. El que no sabe nada y está en un negocio de, por ejemplo, las TI, es simplemente un charlatán, uno que asiste a desayunos y almuerzos, y por las noches a las cenas, para comer y chupar, y luego irse a su casita con souvenirs y gorritos de colores, pero nada nuevo en la cabeza.

Ponte retos todos los días, aprende algo nuevo cada día y cuestiona siempre. Así aprenderás a cuestionarte si estás sobreviviendo o ya estás para empezar a realizar una reingeniería en tu vida.

En las empresas necesitamos de personas con hambre de aprender a cada instante. Que estén preguntando siempre, indagando del por qué de las cosas, con espíritu de investigador, que ante una propuesta responda de manera asertiva, que esté dispuesta a buscar la salida, pues, siempre hay una salida. 

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Las personas que le ponen el “pero” a todo, no suman. Aquellos que dicen no a todo, es porque no están dispuestos a explorar, a ver la oportunidad que se encuentra en la luz de una idea. Estas personas se identifican con la terrible frase “dime de qué se trata para oponerme”.

En el círculo de los negativos está también el que no dice nada, el que siempre espera que los demás den un paso, abran la cancha, para recién ingresar. No caminan, gatean y comen lo que van dejando los demás y, a veces, se arrastran siempre porque no quieren exponerse. Estos tienen miedo al ridículo. Tienen una bonita voz para el canto, pero no lo hacen porque dicen “tengo una voz muy fea”. Ellos se niegan a ser felices y el éxito es la cumbre del Himalaya donde hace un frío de los mil diablos y que no vale la pena llegar ahí. No tiene ningún sentido. “Mejor es mi camita, caliente y con aroma de mediocre”, dicen.

El territorio peruano es privilegiado, con características que lo convierten en un lugar de oportunidades de negocios, de una vida saludable y de disfrute de sus riquezas naturales. Sin embargo, cada cierto tiempo cometemos actos suicidas en la elección de nuestras autoridades o volvemos a elegir a ladrones en puestos clave. Hay otros que se dedican a adorar a criminales y ladrones. Y así entran a un juego de cuál de los ídolos es el mejor ladrón, o quién robó menos o los que mataron menos, etc.

Necesitamos enfocarnos en el desarrollo de la inteligencia, de privilegiar el estudio y la disciplina. Así es, disciplina. Porque si no somos rigurosos en las cosas que hacemos, seguiremos por muchos años más cometiendo los mismos errores que venimos haciendo en nuestra vida republicana.

No esperemos que aparezca un líder o un elegido para generar el cambio. No esperes el látigo para empezar a ser una persona con disciplina, con vocación de servicio y de crecimiento constante. 

Acepta la mediocridad de las cosas para generar el cambio. Pero no solo mires tu entorno, ese no es el Perú, observa a los demás, y verás que no vives en una isla. Ahí recién entenderás que se necesita de ti para generar el cambio. 

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