El empresario peruano en situaciones críticas del Gobierno

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El gobierno de PPK pasa por momentos críticos. El mar está movido y no hay capitán que ponga orden y calma en el barco. Ni siquiera están en altamar, andan cerca de la  orilla, solo que son dejados, blandengues y asustadizos. Señoritos de cuello y corbata que nunca han estado en tormentas.

PPK y sus acompañantes creían que gobernar es fácil, casi como prender el piloto automático y aterrizar sin sentir ningún movimiento. PPK no midió las consecuencias de ser candidato, nunca se preguntó si tenía la capacidad de ser presidente. Este gobierno, por ahora, es confuso y vive en un caos. 

La falta de manejo de las crisis lo está arrinconando. En el Gobierno no tienen estrategia para comunicar, menos para resolver los distintos conflictos que necesitan atención. Sin embargo, no es el fin. Si PPK o uno de los que están cercanos a él no toman una decisión urgente para rediseñarse, el país seguirá el rumbo hacia otros cinco años más perdidos.

No es que yo esperara mucho de este gobierno, solo que creía que podía, por lo menos, generar algunos cambios en algunos sectores claves que mueven la economía nacional. Desde que él quedó para pelear la segunda vuelta con la hija del preso Fujimori, estuve clarísimo que no es un líder, que es un seguidor, un hombre culto y divertido, pero sin las agallas para manejar las cosas del Estado.

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En estas circunstancias es cuando los empresarios necesitan poner a prueba su capacidad de acción, de tomar riesgos y buscar alternativas para seguir produciendo. Mientras los políticos (y la política) se enfrascan en esa vocación suicida por demostrar quién tiene más poder, quién es el que manda, quién es el que salvará el status quo, los empresarios tienen la imperiosa tarea de seguir moviendo el motor del desarrollo.

Economía y política no van juntos, no forman un solo camino. Son dos caminos que bien podrían vivir sin importar qué es lo que pasa con el otro. Esto es importante que tú, querido lector, lo entiendas, para que no te quedes paralizado, esperando que el Gobierno empiece a mover las cosas.

Claro, si tu negocio está basado en solo venderle al Estado, ahí sí que estás en graves problemas, pues esta situación podría seguir una ruta suicida sin que nadie del entorno de PPK haga algo. En este caso, el llamado a tomar acción eres tú. Mira qué otras alternativas hay dentro del universo tecnológico.

Tal vez es hora de que te pongas a hacer un brainstorm (lluvia de ideas), sobre qué opciones existen, dónde podrías incursionar y darle un giro total a tu negocio. Recuerda que no eres el dueño de la verdad, solo eres el gerente general de una organización de la cual dependen otras personas, y, por lo tanto, es recomendable que escuches a todos, que preguntes a los que más saben, y recuerdes lo que has venido escuchando en las conferencias a las que asististe y donde decían que el negocio ya ha cambiado, que hay nuevas opciones, rutas, y que los clientes están esperando otro tipo de proveedores.

En este proceso de rediseño no te va a funcionar el apego. Es patético escuchar a las personas decir: “de aquí no me muevo porque aquí nacieron mis tatarabuelos, abuelitos, mi madre, mis hijos, mis nietos, mis perros. De aquí me sacan muerto”. Sufren del apego a las cosas y del miedo a moverse, a trasladarse, a construir nuevos espacios para la vida.

En este proceso de rediseño te servirá ser totalmente abierto, dispuesto a ir por aquello que hasta ayer te parecía irreal, pero que hoy se presenta como una oportunidad para aprender y desarrollar un nuevo mercado.

No te pongas triste, no seas dramático y víctima. Elige la sonrisa y la fortaleza de aquel que está dispuesto a construir la ciudad de Las Vegas en pleno desierto.

No refunfuñes contra los blandengues del Gobierno, menos contra los títeres de Keiko. Ellos son así: despistados con poder. Tú eres un empresario que quiere construir un país poderoso y justo.

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