La corrupción gana terreno e invade todos los sectores donde el dinero y el poder están presentes. Muchos de los que quieren más dinero y poder han perdido la vergüenza y han ganado conchudez (sazonado con criminalidad), para romperle la mano a un funcionario del Estado peruano que está convencido que la honradez y las buenas prácticas es para los cojudos.
Odebrecht ha desnudado al político, funcionario y empresario peruano y lo ha encumbrado en el ranking de los corruptos, tal vez, peleándole el primer lugar a Brasil en Sudamérica. Aunque es posible que el lector de algún país vecino diga que los suyos sí que son corruptos de gran escala, que nadie les gana. Así es pues, no solo competimos por cojudeces como la denominación del Pisco, sino por definir quién tiene a los corruptos más hábiles y que siempre consiguen volver a ser elegidos en altos cargos, por ejemplo, alcaldes y presidentes.
No te voy a enumerar en esta breve columna los casos de corrupción en el que estamos en este momento, y cómo es posible que Yván Vásquez, exgobernador de la región Loreto, recientemente haya sido liberado; cómo Alejandro Toledo aún no es capturado, cómo Luis Castañeda ha vuelto a ser elegido alcalde de Lima (ojalá que no haya sido con tu voto) entre otras desdichas de esta tierra del Inca.
Esta es la realidad, pero no el fin del mundo. No digo que se puede vivir con la corrupción actuando en nuestras narices, lo que digo es que no seamos partes de ese círculo vicioso, perverso y criminal. Necesitamos enfrentarlo con las herramientas que nos da la democracia y nuestra convicción de construir una sociedad justa, rebelde y en constante transformación.
Tú, mi querido lector, podrías hacer la diferencia empezando a actuar cumpliendo las reglas básicas de toda sociedad. Es decir, siendo puntual en tus compromisos, conduciéndote en la calle con respeto y sin infringir las reglas de tránsito, así evitaremos los miles de muertos y accidentados que nos colocan como punteros en el ranking Latinoamericano.
Y si eres el líder en una empresa, implementa políticas de desprecio a la corrupción en tus colaboradores. Pero recuerda que tu propuesta solo tendrá éxito si es que tú eres fuente de lo que propones. Y digo desprecio a la corrupción, porque necesitarás ser firme para resaltar que no te temblará la mano con el corrupto, que no te importará sacarlo a patadas a la calle así sea tu padre, hijo o abuelito.
Necesitas estar en alerta para no caer embaucado, para no verte involucrado en un caso de corrupción. Tu empresa y todos tus colaboradores serán los afectados. Entrénate en hacer las cosas legalmente, esta práctica tal vez no te haga ganar millones de soles, pero si te permitirá seguir en el negocio y mirar a la cara a las personas.
Que el efecto Odebrecht no sea por las puras, es necesario revisar qué hemos estado haciendo mal como sociedad y qué han estado haciendo mal las instituciones del Estado encargadas de firmar contratos y de vigilar que estas se cumplan.
La corrupción no desaparecerá, pero sí podría disminuir, podríamos reducirla, arrinconarla, actuando de manera correcta y cumpliendo las leyes. Si la practicas, tendrá más vida y ganará fuerza. Y como no eres solo, tienes empleados o seguidores, seguirá ganando terreno y destruyendo la esperanza de un mundo justo.