La corrupción está ganando la guerra en el Perú

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La corrupción no se detiene, avanza como una poderosa avalancha y arrasa con todo lo que encuentra. En el Perú estamos perdiendo la guerra contra el crimen organizado, contra los mafiosos que pululan en las entidades de gobierno, contra aquellos que llegan elegidos en las urnas y contra aquellos que son nombrados por ser aportantes de una campaña, y porque saben todas las truculencias de cómo hacer negocios. A estos últimos, los malos empresarios que hacen negocios con el Estado, los benefician con coimas.

El chiste es que estos empresarios hablan contra la corrupción y piden que se cambie a los congresistas, a las autoridades y despotrican contra el policía que pide monedas para no imponer una papeleta. Este empresario cavernario y despistado está ganando terreno y está matando a aquellos que se han comprometido a generar un nuevo orden, una nueva forma de hacer negocios.

Estamos perdiendo una guerra que en realidad no hemos empezado a combatirla desde arriba. La máxima autoridad del país hace poco renunció a su cargo por actos de corrupción. Esperemos que la justicia sea implacable y justa si es encontrado responsable.

El presidente Martín Vizcarra no aportará nada positivo para el crecimiento como sociedad. Él no es para eso. Es un simple administrador del poder entregado a los enemigos del país. Tiembla ante la amenaza fujimorista y aprista. Para variar, su primer ministro es del partido de Acuña. Es decir, está acorralado, sin capacidad de acción, solo le queda decir sí y no, según como le marquen la pauta. Un quinquenio más que desperdiciaremos.

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Estamos perdiendo la guerra contra el crimen porque las autoridades son personas sin trascendencia, timoratos y con la visión corta. Miopes y simplones. Y, claro, los que son elegidos alcaldes y gobernadores son, en su gran mayoría, emergentes exitosos (con dinero o hambre de poder) que mueven cielo y tierra para ganar y “hacer buenísimos negocios”.

El resultado de las elecciones para gobernadores y alcaldes que se realizará el 7 de octubre de este año, traerá más podredumbre a las instituciones del Estado. No habrá un cambio, pues los electores son los mismos. El elector no ha evolucionado, ni pretende hacerlo, está cómodo en su posición de recibir dádivas y vivir engañado y defendiendo al que “roba, pero hace obras”.

Es por eso que la corrupción avanza y está copando los distintos espacios. El ladrón se presenta como candidato y si tiene dinero para su campaña, es más que seguro que logre su propósito. El iletrado y burro invierte su dinero para llegar al congreso porque sabe que al electorado no le importa la educación, la calidad personal o profesional, solo vota porque recibe un táper, un pollo a la brasa, un polo, un lapicero, una cajita de fósforo.

Si tú, mi querido lector, quieres parar esta avalancha, pero escuchas a unos huevas que dicen que no hay forma de detenerlo, que lo único que te queda es ser parte del sistema para sobrevivir, solo tienes que levantarte de la mesa y marcar la diferencia. La llama siempre empieza por una chispa, sé tu la chispa que incendie la pradera corrupta de este país. Elige ser fuente e inspiración para tus hijos y trabajadores que quieren un país distinto al que hoy tenemos. Avanzar cuesta, nada es fácil. Solo tienes que elegir salir del montón y decir que estás contra la corrupción. De ti depende.

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