Asistir a un evento organizado por un cliente, proveedor o nuestra misma compañía, es una gran oportunidad para el relacionamiento. En principio, es buenísimo para conocer personas, conversar e identificar a un posible cliente. Tener espíritu de vendedor no significa que apenas ves a una persona ya estás pensando en qué podrías venderle. No. No es así, mi querido intenso. Relájate y cada cosa en su lugar.
En principio, desarrolla tu capacidad de relacionarte con las personas. En escuchar, escuchar, y hablar lo justo y necesario. Si sabes del tema, opina; si no sabes, escucha y pregunta. No pretendas aprender todo en la conversación, deja eso para después, para tu propia exploración y aprendizaje. Recuerda que el ignorante no queda mal, el que queda en ridículo es el petulante y el que no acepta ser ignorante en un tema. Entonces, practica el silencio y tu capacidad de escucha, que para ignorante ya has practicado mucho.
Con estas fortalezas estás listo para desenvolverte en una reunión de clientes, en una conferencia especializada de tu rubro, incluso en una fiesta de aniversario donde, a veces, el trago hace perder la cordura a muchos y a otros les provoca una lora incontenible, amén de mostrar otras cosas que tienen escondido.
Lo mejor es que tú solo brindes con un vaso de vino y prestes atención a lo que está sucediendo. Trata de no perseguir como mosca a las fuentes de bocaditos que pasan a dos metros tuyo. Te recomiendo que antes de ingresar a la reunión, disfrutes de un café con un sándwich o una empanada, o lo que tú quieras, pero no te aparezcas a la reunión como un perro con hambre. No se te vaya a ocurrir meter un bocadito en tu bolsillo, porque ahí sí que te haces merecedor de un puntapié en el coxis y en posición de pollito tomando agua.
En tu bolsillo deben estar tus tarjetas personales. Eso es lo primero que tienes que revisar, pues no hay forma que respondas como un “cosito”: ¡Oh, disculpe! Me olvidé mis tarjetas, pero, no se preocupe, le enviaré mis datos. ¡¡No!! Eso es catastrófico para un vendedor. Si la empresa donde trabajas te manda a imprimir 100 tarjetas, diles que tú te encargarás de mandar a imprimir mil tarjetas personales porque generarán varios miles de dólares en ventas y darán una extraordinaria imagen a la empresa, y a ti, por supuesto. Y de paso mandas a imprimir mil tarjetas de tu jefe y del gerente general, para que esos avaros entiendan que eres cachaciento y que necesitan freír pescado en sartén de palo.
Asegúrate de que antes de ingresar a la reunión, la batería de tu celular esté cargada, para que estés en capacidad de responder o realizar una llamada. El teléfono móvil es una herramienta fundamental para el vendedor. No es posible que no puedas responder o enviar un email porque se te acabaron los megas. Si en tu empresa te entregan un dispositivo marca chanchito y con pocos megas, dile a tu jefe o gerente, que se sienten encima de ese equipo, tal vez sirva para eso, pero no para un vendedor que va rumbo a su consagración.
Recuerda tener un poco (en realidad, bastante) predisposición a mandar al carajo a cualquier huevas que se te cruce. Aquí me detengo para aconsejarte que antes de hacerlo, necesitas pensarlo bien, analizar todas las circunstancias. No lo hagas por impulso, eso te puede perjudicar porque las emociones no son confiables, porque muchas de las veces son malas consejeras.
No permitas que nadie te joda la vida, eso no tiene sentido. Mantenerse en un trabajo a costa de tu tranquilidad, del estrés, contracturas, insomnios, no vale la pena. Hay miles de oportunidades esperando por ti. Solo toma la decisión en el momento que tú creas conveniente, antes de que te vuelvas un “cosito” impenitente.