El rediseño permanente

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Recuerda que el fin de cada etapa marca el inicio de otra, ya sea para obtener resultados positivos o negativos. No hay forma de detener el movimiento del universo, cada partícula se mueve porque corresponde a una dinámica maravillosa del cual tú no escapas.

De lo que sí puedes escapar, mejor dicho, de lo que sí puedes hacerte cargo es de tu vida. Del rumbo que quieres tomar, de lo que quieres ser. Eres parte de una sociedad, pero no necesitas ser como un ganado siguiendo al rebaño: sin decisión ni libertad, sin tomar riesgos.

Eres único y no sé si has sentido (y visto) lo maravilloso que eres. De lo que eres capaz de generar con solo tu presencia, de cómo la gente espera que les digas algo, que los saludes, que sonrías. 

O tal vez no te has dado cuenta de que nada de eso pasa, que pareciera que no existes, que nadie te espera y que todos quieren huir de tu lado. Y que tú mismo no te sientes parte de nada, que el mundo no te entiende. 

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Si quieres seguir creciendo como ser humano que transforma su entorno de manera responsable, que impacta en los demás positivamente, inspirándolos para hacer cosas nuevas, tomando riesgos y defendiendo la libertad y el respeto por todo, necesitas detenerte cada cierto tiempo para ver en ti lo que está sucediendo. Hacer un recuento de lo avanzado y así rediseñar lo que no está funcionando, para volver hacia la ruta del objetivo. Nada es perfecto y todo es perfectible. No hay verdad absoluta, hay puntos de vista que se construyen según la experiencia y los paradigmas.

No te enredes pensando cómo se hace, no se te vaya a ocurrir pagar un curso o maestría para aprender a reflexionar sobre lo avanzado, lo postergado y cómo tu gran sueño se ha convertido en cruel pesadilla. No, no vayas a gastar tu plata en cosas que tú mismo podrías hacer con solo elegir una página en blanco, ya sea en físico o de Word, y empezar a hacer un listado de lo que te funcionó y de aquellos proyectos personales que se quedaron en nada.

Elige y haz tu propio método. Empieza a evaluarte. También puedes hacerlo conversando con tu familia, con tu pareja, con tus colaboradores, siempre y cuando estés dispuesto a estar en apertura para escuchar críticas y halagos. Ojo, no te estoy hablando de la situación de tu empresa o de tu trabajo, donde sí existen métodos para evaluar y que son válidos. Me estoy refiriendo a ti, tú que tienes que cargar con el peso de ser el responsable de tu vida.

Recuerda desechar aquello frase perversa y mediocre que dice “Yo soy así, porque así nací, así me criaron y como ya soy mayor, no me interesa cambiar”. Deséchala e instala en tu mente que eres capaz de rediseñarte hasta donde tú quieres, que no tienes que cargar con tu pasado, que no eres preso de lo que hiciste o pensaste ayer. Elige la libertad. Cuando actúas en libertad cualquier cosa puede pasar y estará bien en la medida que tú pongas el límite, que delimites la línea entre tu libertad y la libertad de los demás.

Cuando te observas y lo conviertas en práctica, en realidad, ya estás siendo consciente de tus actos. Cuando te observas que ya no botas basura en la calle, que cedes el paso, que respetas las reglas de tránsito, que llegas puntual a tu cita, que eres tu palabra, que más veces prefieres el silencio que el ruido y la compañía barata de los que no suman por ser grotescos, sentirás que el rediseño está operando en ti. El cambio no termina, es permanente, solo necesitas aceptar que tú estás moviéndote hacia objetivos superiores que transcienden el dinero y el éxito.

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