La improvisación exige un pago fuerte y sus golpes son letales, porque después del experimento es posible que no quede nada para salvar. O si queda, estará tan maltrecho que se necesitará tiempo y paciencia para recomponer el estropicio.
La improvisación en la política, en el negocio y en las actividades donde se necesita la precisión y el método, es fatal. Hay cosas en las que no se debe improvisar, por ejemplo, jugar a la ruleta rusa poniéndole una bala a la pistola, pues, de seguro que alguno de los imbéciles recibirá el balazo y no vivirá para seguir improvisando en la vida.
Sin embargo, hay campos donde la improvisación enriquece la obra, porque podría estar sacándola del marasmo, del aburguesamiento donde siempre suelen caer los que antes fueron revolucionarios. La improvisación le da color y sabor al arte, le pone la chispa y la variedad. Muchas veces pone en vigencia lo que estaba envejeciendo.
Vivir en ridículo es liberador y expande la visión del artista. Lo saca del cuadrado donde ha crecido y, tal vez, sigue viviendo. El artista que no es libre, difícilmente entregará un arte liberador, disruptivo e inspirador. Es posible que produzca una obra perfecta, pero sin vida, carente de inspiración.
La experimentación y, hasta, los trabajos colectivos promueven el desarrollo de una cultura renovada y cercana a la gente. El que improvisa y experimenta en el arte, crece y expande su visión de las cosas. Es posible que hasta llegue a cambiar completamente lo que venía haciendo.
En los negocios no puedes hacer el ridículo, porque en estos tiempos el cliente y los proveedores -y hasta tus propios colaboradores- podrían alejarse sin mirar hacia atrás. Actúa con prudencia y ofrece lo que puedes cumplir. No exageres en la potencia y capacidad de tus soluciones. No digas que tus ingenieros son A1 cuando bien sabes que no es así, porque tú no quieres invertir en capacitarlos.
De los políticos aprende en sentido contrario, es decir, no mientas y no improvises, porque al paso de los días pagarás caro las consecuencias. Los políticos mienten constantemente y están improvisando discursos según el lugar y la gente que los escucha.
Los políticos mienten y no se dan cuenta de que están mintiendo. Al menos, estos sujetos que hoy gobiernan y están en el Congreso son profesionales de la mentira y han envilecido la política. Al Congreso ha llegado cada personaje para poner en evidencia la podredumbre en la que estamos hundiéndonos como sociedad. Estos políticos mienten sobre el lugar donde estudiaron el colegio, la universidad, la dirección de su casa, y muchos han sido sujetos de juicios.
El presidente del Perú está debilitado y ha perdido el rumbo, en realidad, siempre ha estado perdido desde que decidió postular a la presidencia. Por su estilo desenfocado e irresponsable ha puesto al país en una situación complicada. Y de él necesitamos que tome la decisión más importante, para que podamos seguir produciendo y dejar de preocuparnos por él.
PPK es un hombre con mucha experiencia en el Estado, antes de ser presidente del Perú, era muy admirado en los círculos financieros del mundo. Sin embargo, esa condición no ha servido para su rol como Jefe de Estado, pues no tiene las ganas o la garra para liderar un país.
Yo sospecho que él sabía que no daba la talla y por eso durante las elecciones enviaba mensajes subliminales que indicaban que no quería ganar, que prefería tocar la flauta y divertir a sus amigos. Pero siguió y fue empujado por la ola que no quería que gane la hija del indultado. Y aquí lo tenemos en una situación crítica a punto de ser vacado por gente que da vergüenza como congresista.
PPK es un ejemplo descarnado de la improvisación, de dejarse llevar por la emoción y la irresponsabilidad. Pero que nos sirva para no volver a caer en lo mismo. Seamos exigentes con nosotros mismos para exigir a los demás.
Preparémonos.